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3. La ley de Dios

Oración de apertura: Señor Dios, este mundo muchas veces parece muy frío e insensible. Confieso que a veces he contribuido para que se vuelva así. Enséñame cómo honrarte y cómo tratar a quienes me rodean, y ayúdame a amarte con todo mi corazón y a mi prójimo como a mí mismo. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.


3.1. ¿Qué son los diez mandamientos?
Los diez mandamientos son la ley de Dios que expresa su voluntad para nosotros. Él se los dio a su pueblo, Israel, poco después de liberarlos de la esclavitud en Egipto. Estando acampados al pie del monte Sinaí, Dios descendió con señales poderosas que les mostraron cuán serio era con respecto a la ley que estaba a punto de darles.


En el monte Sinaí la voz de Dios retumbó, diciendo las palabras de los diez mandamientos a la nación de Israel. Los israelitas estaban tan aterrados por esa voz retumbante de Dios, que le rogaron a Moisés que les hablara en nombre de Dios. Así que Dios le dijo a Moisés que subiera a la cima del monte, y allí escribió esos diez mandamientos en dos tablas de piedra, de tal manera que Moisés pudiera llevárselos al pueblo.

Mucho tiempo y muchas generaciones después, Jesús habló sobre esos mandamientos y mostró que Dios no había cambiado de opinión con respecto a ellos:



3.2. ¿Cómo resumió Jesús los diez mandamientos?
Una vez le preguntaron a Jesús cuál era el mandamiento más importante. Él resumió los diez mandamientos en dos, diciendo:


Todos los mandamientos tratan, esencialmente, de nuestro amor a Dios y entre nosotros. O, como dice Romanos 13:10b: "... el amor es el cumplimiento de la ley". Cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, le damos el lugar que le corresponde en nuestra vida. Y cuando Dios ocupa el lugar que le corresponde en nuestra vida y corazón, podemos amar de verdad a las personas que nos rodean, protegiendo su reputación y sus posesiones, y mejorando sus vidas.

En 1 Juan 4:8b, leemos: "Dios es amor". Por su gran amor por nosotros él nos da vida, nos provee todo lo que necesitamos para vivir, y nos protege de todo lo que pueda hacernos daño o llevarnos a la muerte. Por ese gran amor, él también envió a su Hijo para que nos salvara del pecado, la muerte y el castigo eterno. En sus diez mandamientos, Dios simplemente nos pide que le amemos y que amemos a los demás así como él nos ama a nosotros.


3.3. ¿Será que Dios espera que sus diez mandamientos se apliquen a nosotros hoy?
¡Absolutamente! No tendría mucho sentido que Jesús los resumiera en dos afirmaciones amplias, si tuviera la intención de abolirlos. Los diez mandamientos continúan dándole a la sociedad actual el plan de acción necesario para llevar una vida ordenada y con propósito que promueva la paz entre los hombres, a la vez que honre a Dios.

Algunos pueden contra argumentar este punto diciendo que los diez mandamientos están pasados de moda, ya que fueron enunciados hace casi 2.500 años y no tratan temas actuales, como por ejemplo el uso de Internet. A primera vista parecerían tener razón, ya que la vida ciertamente ha cambiado mucho desde la época en que Moisés recibió las tablas de la ley. Y es cierto, los términos pueden haber cambiado. Pero la naturaleza humana, que nos tienta a tomar decisiones pecaminosas, sigue siendo la misma.


3.4. ¿Podemos obtener la salvación cumpliendo la ley?
¡Seguro! Podemos obtener la salvación si logramos cumplir cada uno de los mandamientos de Dios de manera perfecta, y en ningún momento de nuestra vida violar ninguno de ellos. Pero, ¿acaso es posible? Veamos lo que dice la Palabra de Dios con respecto a nosotros, los seres humanos.



3.5. ¿Qué es el pecado original?
Nuestra "condición" pecaminosa es mucho más grave que las cosas malas que hacemos y las buenas que no hacemos. Todo nuestro ser fue contaminado con el pecado desde el momento en que fuimos concebidos—mucho antes de que pudiéramos hacer cualquier cosa buena o mala. A esto la Biblia lo llama de "pecado original", o sea, es la naturaleza pecaminosa que recibimos de nuestros padres pecadores.

Todo empezó en Génesis 3 en el Jardín del Edén, cuando Adán y Eva desobedecieron la orden de Dios y comieron del fruto prohibido. A partir de ese momento, la naturaleza santa de Dios, que Dios mismo había creado en ellos, fue remplazada por una naturaleza pecaminosa. Desde entonces, esa naturaleza pecaminosa ha sido pasada de generación en generación y así es como ese 'pecado original' continúa propagándose por toda la raza humana hasta el día de hoy, y lo seguirá haciendo hasta el fin de los tiempos.



3.6. ¿Qué tan estricto es Dios con respecto a nuestra obediencia a su ley?
La santidad de Dios (es decir, su absoluta perfección) y su justicia nos exigen que seamos absolutamente perfectos en todos nuestros pensamientos, deseos, palabras y obras.


La Biblia enseña claramente que todo pecado y toda desobediencia deben ser castigados.


¿Por qué es tan estricto? Porque Dios es absolutamente santo y perfectamente justo. ¿Por qué no nos mata instantáneamente? No lo hace porque es misericordioso y quiere perdonar nuestros pecados. Pero, si bien es paciente, no puede tolerar el pecado en su presencia para siempre.



3.7. Si no podemos salvarnos a nosotros mismos, ¿cómo podemos salvarnos?
Al igual que le sucede a un criminal condenado, no hay nada que podamos hacer para ganarnos el favor el Dios ni para alejar su ira. Sin embargo, su amor y misericordia lo llevaron a darnos un Sustituto. Su hijo Jesús se encarnó, se hizo hombre, para cargar sobre sí nuestros pecados y recibir el castigo que a nosotros nos correspondía, sufriendo y muriendo por nosotros en la cruz. Cuando vemos la brutalidad de lo que Jesús sufrió en películas como La Pasión, nos ayuda a darnos cuenta de cuán en serio toma Dios su ley y el pecado, y también nos recuerda que, con su sacrificio, Jesús satisfizo completamente los requisitos del Padre.



3.8. ¿Para qué propósitos sirve la ley de Dios?
La ley de Dios obra de tres maneras diferentes: